domingo, 24 de enero de 2016

Se sumerge en sueños enigmáticos y caza imágenes fugases que arroja al mundo exterior cuando la ciudad duerme.  Pareciera un mago que saca personajes con dientes muy afilados, excitados, sensibles y extraños. Es un creador de visiones oníricas, que cada noche se le agudizan por falta de luz. Aparece con máscara caminado por montañas, valles, lagos, pantanos; le acompaña una criatura peluda en su casería.  Él es un cuento misterioso perseguido por un gigante que se esconde entre las alcobas y pasillos de su pesadilla. Alfred Kubin toma un trozo de papel y empieza hacer líneas, a veces cortadas, largas, muy sueltas, tensas, y después, deja que el ojo decida si la imagen oscura de su sueño quedó retenida. Inventa sus criaturas y justifica cosas imposibles. Ha llegado a la gracia y puede hacer que todo se comprenda con casi nada.  Él es un intermediario de la imaginación.

Alfre kubin, dibujante austriaco, de una narrativa fantástica e impresionista intenta suicidarse frente a  la tumba de su madre jalando el gatillo, pero el arma se encasquilla y a partir de allí se le abre un abanico de temas como lo fantástico, lo tenebroso, alucinaciones llenas de terror, personajes de mentes muy retorcidas entre tinieblas;  cadáveres, erotismo y monstruos. Una persona original por naturaleza, de una mano inconsciente que se ajusta espontáneamente a su ritmo para construir una idea clara en sus trazos. Tiene el don y la práctica para hacerlo más flexible o más rígido; crea su propio estilo. El artista siempre va acompañado de la imaginación y la voluntad.  De una mirada excitante provocada por sus fantasmas que le obligan arrojar el caos de su alma a los escenarios.

A-E

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